En una ocasión, un grupo de hombres empezaron a debatir sobre que parte de un buey debían sacrificar:
-Quememos los huesos del animal y comámonos nosotros la carne- proponían algunos.
-¡Imposible! Los Dioses se enfurecerán si les damos la peor parte- aclamaban asustados otros.
La discusión se hacia eterna, y finalmente el mismísimo Zeus intervino:
-Nosotros debemos recibir la carne- dictamino.
Pero los hombres no estaban conforme, de modo que Zeus propuso que fuese Prometeo, el sabio y astuto titán.
Prometeo sabía que los Dioses se enfurecerían si les entregaba a ellos los huesos y dejaba que los hombres tomasen la carne, pero realmente era injusto que estos últimos se quedasen sin la carne del animal que ellos habían criado, pues la necesitaban para alimentarse, mientras que los Dioses tenían de sobra con su néctar y ambrosía. De modo que ideo un plan…
Separo los restos del animal en dos partes; en un montón coloco la carne y las vísceras del animal, cubierto con el feo estomago del animal, mientras que en otro montón coloco los huesos y tendones y los cubrió con la brillante y apetitosa grasa.
Se acordó que lo que hubiera en el montón que Zeus escogiese seria el contenido de los futuros sacrificios.
Evidentemente Zeus escogió el montón mas llamativo, y se enfureció tanto al descubrir el engaño que les robo a los hombres el fuego:
-Tendréis toda la carne que queráis pero sin fuego no podréis cocinarla.
El problema de comer carne cruda era relativamente menor, el verdadero castigo era sufrir las oscuras noches y el insoportable frió glacial que dejaba a los humanos helados.
Prometeo se apiado de los humanos, pues en parte el enfado de Zeus era culpa suya.
Se coló en el Olimpo, encendió una pequeña astilla en la llama del fuego que Zeus había robado y la guardo en la cascara de una nuez. Volvió de nuevo a la tierra, encendió una antorcha y se la entregó a los hombres.
Como era de esperar Zeus lo descubrió e impuso a Prometeo un terrible castigo. Mando que encadenasen al titán a una de las montañas del Cáucaso, cerca del mar Negro. Prometeo paso allí miles de años, y cada mañana Zeus enviaba una cruel águila que le comía el hígado a Prometeo, por la noche el hígado se regeneraba y así cada mañana que águila podía seguir torturándolo.
Los humanos también recibieron un castigo, Zeus envió a la tierra a una mujer llamada Pandora, pero esa es otra historia.
Svetlin |
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